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Foto del escritorMartha Elena Llano Serna

Siempre quise escribir esta historia y leérsela a los tres



Pero ya no será así. Ya la escribiré y se las compartiré y Eliza, desde donde esté, la leerá a su forma para reconocer cuanto los admiraba. Qué valentía tiene que ser amar a un mismo hombre y compartir, su casa, su cama, su vida. Y no solo eso, ser hermanas, y fuera de eso mellizas o gemelas, en este punto no puedo recordarlo. Para mí son idénticas. Cuando las conocí, se vestían igual. Una vez me las encontré y se notaba su tristeza, era algo profundo y estaban vestidas diferentes. Les pregunté inmediatamente porque no estaban igualitas y me contaron que su esposo se los había solicitado. Yo ahí mismo le dije, pero vos estás loco! Cómo se te ocurre, así las conociste, así te enamoraste de una y luego supiste que eran dos, déjalas ser lo que siempre han sido. Y él con esos ojos azul cielo me dijo, ve, si, es que me pareció muy fácil porque las puedo reconocer de una. Después las aprendió a reconocer por algo en su rostro y seguro en su mirada.


Solo recordar su amor me llena el corazón de esperanza. Aunque para casi todos fuera otras cosas menos amor, para mí, que los vi bailar y sonreír si lo era y si lo fue y si lo sigue siendo. Escuchar la voz quebrada de un hombre fuerte que ha pasado por casi todas me partió ayer el corazón. No sé en donde esté escrito que el amor tiene que ser de una sola forma, quisiera verlo y saber, porque no debería ser así, la libertad es mi valor supremo y siempre pude en esa relación de tres ver y sentir el respeto que inclusive no he visto en un amor de dos. Qué difícil debió haber sido defender a capa y espada un amor particular. No encuentro otra palabra para definir que dos hermanas se enamoraran del mismo hombre pero más aún que él decididamente, aunque al principio no quisiera, continuara con ese amor. Y un día sin mas, viéndolos pavonearse de gancho entendí... Ellas eran una sola. Y él aprendió a ver a esa sola que eran ellas dos. Algo incomprensible para el mundo, pero ¿y qué más da? a quién podría importarle sus noches, sus días, sus mañanas, sus encuentros y desencuentros con una sociedad absurda que no permite la diferencia. Yo la amo. Me parece que es lo más valioso que tenemos, nuestra diversidad. 


Eliza, aún puedo verte sonreír tímidamente. De hecho, nunca supe reconocerte, para mí, ustedes eran iguales, eran repetidas, y así aprendí a quererlas y a verlas brillar en un mundo que casi siempre intentó opacarlas. Nuestras familias suelen hacer eso sin querer. Perdonarlos es también nuestra decisión. Agradezco profundamente a Carlos, ese hombre decidido que aceptó ese reto de amar a sus repetidas con orgullo y sin reparo alguno, sus compañeras de vida sin duda. Pudo haber tenido otras mujeres, otra familia, pero ésta, siempre será su familia. Porque sé todas las adversidades por las que pasaron, los retos, los obstáculos, las dificultades, pero también las alegrías, las risas y sonrisas, los descubrimientos que hicieron como mujeres y como familia de tres. Nunca he conocido personalmente otra, en otras culturas son de más mujeres. Y las he admirado también en silencio desde mi poca comprensión sobre el tema, porque desde la cultura en la que estoy inmersa y sobre todo en la religión que domina mi país, pues la apertura para que el amor de tres sea posible está más lejana que la paz.


La vida está repleta de regalos inesperados. Esta historia de amor, para mí, siempre lo fue. Estar ahí para ellos en momentos muy difíciles de sus vidas me entrega una tranquilidad de hacer lo correcto dentro de mi ética y mi moral. Eso de hacer el bien, el cual nos inculcan supera la ficción en mi caso. El asunto es que lo que para mí es el bien, no necesariamente es el bien de otros. Pero yo me quedo con lo que me habita. Y por eso respeté siempre su amor puro y sincero. Salido de cualquier interpretación y sin juzgar. Porque últimamente sí que he entendido que la lengua es el azo.. d.. .u... Así es que deje así. La valentía de estos tres seres siempre me dejó asombrada. Les hago una reverencia profunda aquí, honesta y muy sentida, y con este textico quiero honrar sus vidas y sus sonrisas y su capacidad de amar sin límites. Sí claro, deben haber opositores, como en todo, pero yo de solo pensar que este par de mujeres hermosas, luminosas y brillantes, los últimos años de sus vidas, los hayan pasado acompañadas de ese zarco hermoso, pues, me dice todo. Que de buenas ellas, que de buenas él. Que de buenas todos y sobre todo yo que los conocí, que pude compartir con alegría muchas veces y que ahora que lo pienso quisiera que hubiera sido más. Carlos y Dora, Eliza viajó pero ustedes aún se tienen y eso es un maravilloso regalo. aprender a vivir sin ella será un gran reto, pero deben sobrevivirse y verse con amor y alegría. Aún se tienen...







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